Juan Carlos García Rosa, licenciado en derecho con amplia experiencia de trabajo en ENL y coordinación de equipos de trabajo, es profesor de nuestro Curso Universitario de Planificación de Proyectos.

En el campo de la planificación y diseño de proyectos no hay exigencias «ex lege», requisitos establecidos por alguna normativa en lo que respecta al diseño (no al contenido). Se trata de una serie de prácticas que a lo largo del tiempo han ido fijando criterios, “formas de hacer”, esquemas o conceptos comunes más o menos extendidos, podría aventurarme a decir que universalmente reconocidos, aunque con variaciones según el ámbito y el territorio. Cada persona o entidad es libre de elaborar sus proyectos de la forma que considere más adecuada, mientras que les resulte claro, entendible y les sirva a sus fines.

Ante todo, un buen proyecto es aquel que ofrece buenas soluciones. Un proyecto estructura una idea con el fin de cumplir el propósito sostenido por ésta. El proyecto plantea un cambio respecto a una realidad concreta, tratando de mejorarla, de superar las carencias detectadas. Por lo tanto, si la acción planteada por el proyecto sirve para superar dicha realidad el proyecto será bueno.

Esta es una premisa esencial, basada en el criterio de la pertinencia (nivel de adecuación del proyecto a la realidad sobre la que se interviene); uno de los diversos criterios a tener en cuenta al diseñar un proyecto.

Existen otros criterios igual de importantes, como podría ser el la eficiencia, que exige un esfuerzo a la organización más allá de la consecución de los objetivos: optimizar al máximo los recursos, planificar su uso para poder asegurar su disposición durante todo el tiempo de ejecución del proyecto. También se debe contemplar, aunque no constituya normalmente un objetivo directo, la perdurabilidad del proyecto o grado en que se mantendrán los efectos positivos del mismo una vez finalizada su ejecución.

En un nivel más técnico, deberemos cuidar la coherencia interna del proyecto. Esto es fundamental, y no consiste más que en conseguir que cualquier parte del proyecto esté relacionada con las demás partes del mismo. En este sentido, es normal encontrar, cada vez en mayor medida, cuadros que relacionan diagnósticos, objetivos, resultados, actividades y criterios de evaluación (por ejemplo, la “matriz del marco lógico”, cuadro que trata de relacionar, con cierto carácter científico, los elementos fundamentales de un proyecto).

Podríamos señalar muchos más aspectos en los que debemos fijarnos a la hora de elaborar un proyecto: originalidad, claridad, estética, viabilidad, etc.; no obstante, creo que es la práctica de participación en procesos comunitarios, en el diseño, ejecución y evaluación de proyectos, la experiencia del acierto-error…las que nos irán proporcionando las claves para este trabajo.