En FGPS llevamos varios años coordinando los Encuentros de Evaluación intermedia del Servicio de Voluntariado Europeo dentro del programa Programa Erasmus +. Por ello, conocemos muy bien qué significa este programa para las asociaciones que participan él y qué aporta a los jóvenes que pasan por el mismo. En esta primera parte de una serie de artículos especializados en este servicio, os contamos algunas generalidades importantes.

Conocido comúnmente como SVE, es uno de los programas de movilidad europea más longevos. En sus veinte años de vida –este año es su aniversario- ha conseguido que miles de jóvenes de distintas partes de Europa y la franja mediterránea vivan una experiencia en otros países –incluyendo la que suscribe estas líneas-.

Aunque su propio nombre lo indica, el SVE –en inglés EVS-, no es un voluntariado al uso ya que implica el concepto de la movilidad, es decir, posibilita a quien participa el vivir en un país extranjero por un periodo de tiempo. Su objetivo primigenio era fomentar los lazos de unión y sentimiento europeo para evitar futuros conflictos.

Otro de sus objetivos fundamentales era promover la movilidad para jóvenes con menos oportunidades. Aunque ahora el programa está abierto a todo tipo de participantes,  se respeta el principio de que los voluntarios no tengan que hacerse cargo de los costes – o al menos reembolsable- y sea accesible a jóvenes de distintos estratos sociales. La formación previa tampoco es un requisito obligatorio, a diferencia de por ejemplo las becas Erasmus, que son exclusivas para estudiantes universitarios.

¿Pero qué hace un SVE, exactamente? La persona que participa convive en el país que elija durante un periodo de tiempo en el cual desarrolla un proyecto fijado por la asociación en la que vaya a participar y que se llama asociación de acogida. Estas proveen de todo lo necesario para vivir: alojamiento, dinero para gastos y comida y transporte. También se encargan de la formación lingüística, algo fundamental para la integración de esta persona. Este es uno de los principios básicos de muchos de los programas europeos: la no discriminación por no saber el idioma, ya que, todas las lenguas de la UE son oficiales y se hace necesaria la integración de esta persona por todos los medios.

Todo esto se hace gracias a fondos europeos por lo que se cumplen los principios del SVE: que los gastos del voluntario estén cubiertos.

Y esto último nos lleva a otro punto, tan complejo y difícil de explicar. Hay muchos indicadores que nos dicen que el programa ha experimentado un aumento de la demanda en los últimos años (por ejemplo, la edad máxima para participar pasó de los 26 a los 30 años en poco tiempo; o el hecho de que pocos sean los jóvenes sin estudios que participan). Sin embargo, el SVE continúa siendo el gran desconocido y no puede compararse con las becas Erasmus, cuya visibilidad es infinitamente mayor.

El desarrollo del programa y su apertura a entidades de diversa índole hace que hayan surgido muchas plataformas que promocionan y dan información sobre el mismo –esa era una de mis funciones, por ejemplo- Los diversos canales de comunicación, la confusión con lo que se pretende conseguir y la libre interpretación de muchos conceptos básicos, hacen que la naturaleza del SVE no esté clara y que se produzca una confusión en sus objetivos que perjudica, principalmente, al participante.